Sarita, del 4to C, tuvo una ovulación mientras defecaba. Alberto, del
5to C, se masturbaba regularmente, se limpiaba con papel higiénico, y tiraba
todo el conjunto al inodoro.
Los desechos de ambos, viajaron por la cloaca hasta encontrarse, de
casualidad, en una curva, que justo estaba cerca de la caldera del edificio,
creando un ambiente ideal para la gestación de un nuevo ser.
Ese nuevo ser era evidentemente un ser humano, pero adoptó la forma
cilíndrica del caño que lo contenía (hierro fundido de cuatro pulgadas),
desarrolló escamas y branquias para moverse en ese medio acuoso, y se
alimentaba de…lo que hay en la cloaca.
Su vida era muy penosa, al ser único en su tipo. El encargado del
edificio permanentemente lo lastimaba con su caña para destapar cloacas, y cada
vez que asomaba su cabecita por el inodoro del 4to C, su propia madre pegaba un
grito y lo reventaba a escobazos.
Esta historia puede tener el siguiente final feliz: ocurre lo mismo
entre Horacio, del 7mo A, y Rosita, del 8vo A, procreando una hermosa hembrita.
Se encuentran, se enamoran, tienen hijos, y son felices para siempre…en la
cloaca.
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