Surgió la idea, conversando con un director de cine, qué bueno que sería filmar la historia de mi vida.
El director en cuestión no lograba un éxito hacía treinta años, y la crítica lo consideraba un director del pasado, pero milagrosamente apareció un productor, un crédito, y el tipo le metió para adelante.
El presupuesto era escaso y el guionista contratado, del montón. La historia tenía unos baches argumentales dignos de un aficionado, los diálogos eran absurdos y carentes de imaginación. Además, puso el acento en todos los aspectos negativos de mi vida. Por supuesto, yo hubiera preferido que resalte mis virtudes, alguna debo tener.
El continuista era lamentable, con decir que en una misma escena aparezco con dos chombas de distinto color, y nadie se dió cuenta.
La vestuarista estuvo lejos de lucirse, hubiera sido mejor que cada cual use su propia ropa de calle.
El actor que hacía de mí, no se me parecía en nada, ni en cuanto a carácter ni en cuanto a físico. Tenía la cara de piedra, era menos expresivo que una silla, sobreactuaba y tenía una dicción espantosa. Nada mejor se puede decir de los actores y actrices secundarios, creo que ninguno pasó por el Conservatorio. Los extras también se equivocaban y todo el tiempo pasaban a destiempo frente a cámara.
El director confirmó ser un desastre, las tomas estaban fuera de foco, la puesta en escena era improvisada en el momento, las locaciones que eligió no podían ser peores, y nadie entendía bien que quería.
A pesar de que varias veces se estuvo por caer la financiación, y de varias marchas y contramarchas, el proyecto siguió adelante. La edición final no mejoró nada, y así llegamos al día del estreno.
La crítica fue despiadada y casi nos despedaza, las palabras más usadas en las reseñas fueron “porquería” y “basura”. Alguien incluso llegó a proponerla como “peor película de todos los tiempos”.
Por supuesto que la taquilla no funcionó, y el boca a boca menos. Duró una semana en cartel y pasó rápidamente al olvido. Queda la esperanza de que dentro de veinte años se transforme en una película de culto y la pasen en trasnoche, pero es poco probable que eso suceda.
Curiosamente, se hizo una remake en Hollywood, que fue todavía un bodrio peor que el original.
Finalmente, lo que tendría que haber sido un acontecimiento brillante, el hecho de que mi vida llegue al celuloide, terminó transformándose en un estigma: la historia de mi vida es una película clase “B”.
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