sábado, 3 de agosto de 2024

YO ESTOY EN LA TAPA DE SARGENTO PEPPER (CUENTO)

Si, así como suena. Nadie me creía. Pero ahí estoy. Sucede que estoy tapado, estoy atrás. Mas precisamente atrás de Ringo. Y adelante de Johnny Weissmüller. Durante décadas nadie supo que mi imagen estaba ahí. Pero al fin se develó el misterio.

Hago un poco de historia.

La tapa fue diseñada por Peter Blake, y la foto fue tomada por Michael Cooper el 30 de marzo de 1967. Se eligieron los personajes célebres que iban a aparecer, se recopilaron sus imágenes y se reprodujeron en cartón a tamaño real. Algunos de cuerpo entero y otros solo las cabezas, montadas en un bastidor.

A la mayoría se los ve plenamente. A otros se los ve emerger desde atrás, mostrando apenas una parte del cuerpo. Por ejemplo, a Einstein. Por encima del hombro derecho de John, y debajo de Oscar Wilde, se ven unos pelos. Son de Albert. Por encima del hombro izquierdo de George, se ven también unos pelos. Son de Bette Davies, en una foto que corresponde a la película de 1939 “La vida privada de Elisabeth y Essex”.

Otros no se ven en absoluto. Sophia Loren y Marcello Mastroianni, están atrás de las figuras de cera de Los Beatles. Bueno, se ve un poquito el sombrero negro de Marcello. Y en esta categoría estoy yo, Ringo me tapa por completo.

En marzo de 1994, Paul. George y Ringo, intentaron grabar la canción “Now and Then” de John, a partir de una cinta casera de muy mala calidad, para el proyecto “Anthology”. ¿Y que tiene que ver esto con lo que venia contando? Ya van a ver.

En ese momento fracasó el intento de grabar esa canción. La calidad de la cinta original era muy mala. Veintinueve años después, gracias a un software desarrollado por Peter Jackson, llamado MAL, se pudo aislar la voz de John de la grabación original y así Paul y Ringo, los Beatles sobrevivientes, pudieron terminar la canción.

Análogamente, se acaba de desarrollar un asombroso software que permite hacer algo parecido con las fotos antiguas: Se puede mover una parte de la imagen y ver que es lo que había detrás originalmente. Cuando aplicaron este programa a la tapa del disco, fue como correr un velo y ver lo que había estado oculto durante casi sesenta años: aparecieron Albert, Bette, Sophia, Marcello y otros no tan conocidos. Entre estos, escondido atrás de Ringo, yo, Claudio, mi imagen pegada en un cartón, sonriente con mi flequillo Beatle (tantas veces censurado por mi maestra de jardín).

Pero ¿Qué es lo que hacía yo en el medio de tantos famosos? ¿Cómo consiguieron mi foto? ¿Cómo podían saber que, en Buenos Aires, Argentina, a 11.000 km de distancia, había un nene de seis años ultra super recontra fanático a muerte de Los Beatles, que en vez de pedir que le regalaran juguetes, pedía que le regalaran discos?

Bueno, no sé, dicen que a Brian Epstein no se le escapaba nada. Pero todavía no apareció el software capaz de contestar esas preguntas.




sábado, 27 de julio de 2024

CATORCE MILLONES Y MEDIO

 

Los catorce millones y medio que votaron a milei no son boluditos engañados. Son catorce millones y medio de reverendos hijos de remil putas. Sabían que votaban el saqueo y la destrucción total del país.

No surgieron de golpe. Estuvieron siempre ahí agazapados.

Apareció un tipo que reivindica la dictadura, niega los desaparecidos, le chupa un huevo Malvinas, usa la palabra mogólico como insulto y piensa que la compra y venta de bebes es un negocio como cualquier otro. Y lo vocifera a los cuatro vientos sin la más mínima vergüenza.

Y los catorce millones y medio de hijos de puta dijeron: “Por fin apareció uno que me representa”

Acá esta la verdadera grieta, del otro lado, los que quieren que vuelva videla, y de este lado los que no.

No todos nos ponemos contentos con la aparición de un nuevo nieto. A ellos les explota la vena acá.

Yo siempre dije que celebro la grieta, que nadie piense que yo tengo algo que ver con esos catorce millones y medio de hijos de puta. No son compatriotas míos, ni siquiera adversarios políticos, son mis enemigos personales.

No se puede construir nada con esos catorce millones y medio de hijos de puta. Ellos armaron un país de mierda, donde se intenta destruir cualquier cosa que tenga que ver con la solidaridad social.

Y no me vengan con la mentira de la libertad, porque desde 1983 hasta hoy, este es el momento de menos libertad que recuerdo.



FECUNDACIÓN IN CLOACA (CUENTO)

 

Sarita, del 4to C, tuvo una ovulación mientras defecaba. Alberto, del 5to C, se masturbaba regularmente, se limpiaba con papel higiénico, y tiraba todo el conjunto al inodoro.

Los desechos de ambos, viajaron por la cloaca hasta encontrarse, de casualidad, en una curva, que justo estaba cerca de la caldera del edificio, creando un ambiente ideal para la gestación de un nuevo ser.

Ese nuevo ser era evidentemente un ser humano, pero adoptó la forma cilíndrica del caño que lo contenía (hierro fundido de cuatro pulgadas), desarrolló escamas y branquias para moverse en ese medio acuoso, y se alimentaba de…lo que hay en la cloaca.

Su vida era muy penosa, al ser único en su tipo. El encargado del edificio permanentemente lo lastimaba con su caña para destapar cloacas, y cada vez que asomaba su cabecita por el inodoro del 4to C, su propia madre pegaba un grito y lo reventaba a escobazos.

Esta historia puede tener el siguiente final feliz: ocurre lo mismo entre Horacio, del 7mo A, y Rosita, del 8vo A, procreando una hermosa hembrita. Se encuentran, se enamoran, tienen hijos, y son felices para siempre…en la cloaca.

 


martes, 20 de febrero de 2024

YO PAGABA MUCHO DE LUZ

 

Explíquenme como se hace para que una persona diga: “Yo pago poco de luz, auméntenme la tarifa de luz. Sinceremos los precios, esta fiesta se tiene que terminar. Voy a votar al que me prometa que me aumenta la luz”.

Explíquenme como se hace para que una persona diga: “Yo pago poco de transporte, es ridículo lo que pago. Hay que alinear la tarifa con los precios internacionales. Voy a votar al que me prometa que me aumenta el transporte”.

Parece que la persona que está hablando es una persona muy imbécil ¿no?

La clase dominante, con su bombardeo mediático permanente, le lavó el cerebro a la clase media estúpida. No, no se lo lavó, se lo destruyó y se lo pulverizó.

Surgió un ejército de idiotas que vota para su propio malestar. Así es imposible construir algo.

Imagínense a Paolo Rocca de Techint diciendo: “Yo pago poco de impuestos, auméntenmelos por favor!”

Yo pagaba mucho de transporte, en especial en el subte. Un servicio de mierda, sucio, con demoras. Hasta vi un incendio en el túnel del subte.

Y yo pagaba mucho de luz. Con cortes de luz o rezando para salvarme de uno. Y las empresas que dan el servicio con unos balances buenísimos.

Votaron “en contra de”, los muy forros. Y no se vota “en contra de”, se vota “a favor de”, en especial, de uno mismo.




sábado, 16 de diciembre de 2023

GLOSARIO

 

Para contribuir a que en adelante las generaciones futuras voten con la cabeza y no con el culo, va este pequeño glosario:

Clase media estúpida: Viven de un sueldito pero piensan y actúan como si tuvieran un millón de hectáreas de soja o si fueran dueños de un mega pool empresario. Es lo que Jauretche llamó tilingos. Por supuesto, no leyeron a Jauretche.

Tilingo: Un tipo que tiene un grupo de pertenencia y otro grupo distinto de referencia.

Clase dominante: Los 500.000 tipos que manejan Argentina. Deciden el precio de las cosas, que acontecimiento  es o no es una noticia y quien tiene que ser condenado o sobreseído.

Ajuste neoliberal clásico: Transferencia de recursos de la clase media estúpida a la clase dominante, frecuentemente con la aceptación de los primeros. No dio resultado nunca en ningún lugar del planeta.

Voto: Una cosa para tomársela muy en serio y meditarlo bien, el día de elecciones no es un día de joda. Tiene una influencia decisiva en tu vida.

Estado: El único garante de la distribución de la riqueza. Cuando se retira aumenta la pobreza siempre.

Ultraderecha: Poder internacional, violento y antidemocrático.

Derecha: Ultraderecha. Lo de halcones y palomas era una estrategia electoral.

Granero del mundo: Eufemismo por país de mierda, para 2.000 familias terratenientes, mientras el resto se cagaba de hambre.

Negro planero: Personas que reciben una ayuda del Estado, sin el pedido de una contraprestación. Por ejemplo, alumnos de universidades y colegios públicos y gratuitos, o de colegios privados subvencionados, beneficiarios de subsidios a la energía y al transporte; o sea los 46 millones de argentinos. Entre ellos, yo, Ingeniero Civil de la UBA, el negro planero número 1.




viernes, 18 de agosto de 2023

DISCUSIONES QUE PARECÍAN SALDADAS

 

Cuando un político pierde las elecciones, dice frases del tipo: “hemos escuchado el mensaje de las urnas”, etc. Está bien, ellos son políticos y están obligados a expresarse así.

Pero yo no soy político y puedo decir lo que se me canta el orto: el argentino es un electorado analfabeto y amnésico, los de arriba y los de abajo.

Los de arriba votando a macri en el 2015, a sabiendas que iba a ser mierda el país, que iba a volver al FMI que Néstor nos había sacado de encima y que iba a dejar un endeudamiento bestial, que es la causa de todos los males que siguieron.

Los de abajo votando hoy a un desquiciado ignorante que quiere destruir todo.

Ya son 40 años eligiendo y alguna vez hay que hablar de la responsabilidad del electorado. ¿Cuarenta años de democracia al pedo? ¿No se aprende nada?

No es posible que permanentemente haya que volver sobre discusiones que parecían saldadas hace mucho:

-          Hay que financiar la educación pública

-          Hay que financiar la salud pública

-          Hay que financiar la ciencia y la técnica

-          El Estado debe estar presente e intervenir fuertemente en la economía

-          Los desaparecidos son 30.000

-          A la represión de Estado le dijimos Nunca Mas

-          La reforma laboral no sirve y no crea empleo.

-          YPF no se privatiza

-          Aerolíneas Argentinas no se privatiza

-          No hay que endeudarse con el FMI

-          No hay que endeudarse

-          Donde hay una necesidad hay un derecho

Imaginemos una pandemia con macri (no tenía ministerio de salud). Hubiera sido un desastre. Pero todavía sería peor si hubiera una nueva pandemia con el desquiciado ignorante.

Parece que hubiera una amnesia total de la pandemia, y que no se hubiera aprendido nada.

¿Se acuerdan de los pelotudos que se quedaban varados en no sé dónde y decían “donde está la Aerolínea de Bandera que no me viene a buscar”? ¿O de los que le exigían vacunas al Estado?

Tampoco se aprendió nada del 2001 y de sus 39 muertos, ya que muchos de sus responsables siguen siendo hoy figuras públicas con peso electoral.

Y en todos los desastres siempre aparece el Peronismo para sacar el país adelante.




GOLPE DE ESTADO (CUENTO)

 Eran las once de la noche del sábado y caminaba por Corrientes con Omar Varela.

-          Fue un día bravo, ¿eh?

Omar asintió con la cabeza.

Ser guardaespaldas del presidente no era muy placentero. Trabajábamos todo el día, todos los días. No había descanso posible. Debíamos vigilar todas y cada una de las actividades del presidente. Y en ocasiones en que éste hablaba en público, la tensión que se vivía era realmente insoportable. Teníamos que estar atentos durante horas y horas enteras, sospechando del menor movimiento de gente que se produjera. Y considerando la situación en que se encontraba el país, se debían tomar las máximas medidas de seguridad.

Caminar por Corrientes, mi calle favorita, me hacía olvidar un poco todos los problemas. El bullicio era increíble y eso me distraía un poco.

Estábamos a la altura del cine Gran Rex y la masa de gente que caminaba lentamente hacia muy difícil el paso. (Apurémonos o vamos a agarrar la salida de los cines, José, me había dicho Omar). Sabía que a él le molestaban las multitudes tanto como a mí, pero el hecho de estar rodeado de tanta gente y no tener la mano sudorosa acariciando el gatillo era realmente una novedad en nuestra vida.

Se veía gente de todo tipo y edad. Miré a la multitud distraídamente dejándome confundir por colores chillones, fragmentos de conversaciones y humo de cigarrillo, hasta que de repente me encontré con un par de ojos que me miraban fijamente. Pertenecían a un enorme negrazo, de anchísimos hombros, calvo, vestido estrafalariamente. Estábamos a unos metros de distancia y nos fuimos acercando muy lentamente. Su mirada estaba literalmente clavada en mí y experimenté una desagradable sensación. Iba a acompañado por un tipo bajo, pero corpulento, de pelo enrulado, que también miraba fijamente, por momentos a Omar y por momentos a mí.

Cuando estábamos frente a frente, fingí no darle importancia al asunto.

-          Permiso, dije, y seguí caminando, aunque todavía sintiendo esa insistente mirada en la nuca.

-          Negro de mierda, murmuré unos metros más adelante.

Omar asintió, dándome a entender que había notado la insolencia. Nos dimos vuelta, pero ya los dos tipos habían desaparecido, así que seguimos caminando y tratamos de olvidar el hecho.

No quería saber nada de peleas justo en mi día libre. En el cuerpo de guardaespaldas nos íbamos turnando el trabajo y solo daban franco de a dos personas por vez. Ese sábado nos tocaba a Omar y a mí y sentí un gran alivio cuando el jefe anunció - Varela y Aguado pueden volver el lunes a primera hora. En cuanto salimos de la Casa Rosada le propuse a Omar que camináramos un poco. Así que agarramos Paseo Colon y después subimos por Corrientes.

Ahora estábamos a la altura de Serafín y no habiendo probado bocado en más de diez horas estábamos muertos de hambre. Entramos y pedimos una grande de mozzarella y dos porrones.

No habían pasado diez minutos cuando el negrazo y su acompañante entraron en la pizzería. Ahora lo miré más detenidamente y me pareció más grande y corpulento que antes. Por supuesto no dejó de mirarme fijo un instante. Se sentó en una mesa frente a la nuestra y permaneció así, escrutándome durante algunos minutos que a mí me parecieron eternos. Su acompañante seguía con su política de alternar miradas irrespetuosas a Omar y a mí. Sentí un escalofrío por todo el cuerpo, pero esta vez decidí que no iba a bajar la vista. Dejé de comer y concentré todas mis fuerzas en mirar a los ojos de aquella mole. Tuve que hacer un gran esfuerzo para sostener esa mirada. Sin embargo, al negro parecía no costarle nada. Estaba tan nervioso que, al pararme, torpemente derramé la cerveza.

-          Esto es el colmo, le dije a Omar, y simultáneamente me dirigí a la mesa del negro.

-          ¿Qué mierda te pasa?, grité con furia.

Omar y algunas personas que habían seguido las acciones se acercaron para detenerme. Me agarraron entre varios y luché por zafarme.

-          ¿Qué querés, hijo de puta?, volví a gritar.

 

Mientras todo esto sucedía el negro ni se mosqueó. El seguía mirándome tranquilamente, insolentemente.

A los empujones Omar logró sacarme del lugar.

-          Tranquilizate, sabes que no nos conviene meternos en líos.

 

Tenía razón. ¿Por qué tenía que preocuparme por un tipo que no iba a ver nunca más en la vida? En las siguientes cuadras, me fui tranquilizando. Llegamos a Callao y Omar se despidió.

-          Nada de peleas, ¿eh?, me advirtió con un guiño mientras bajaba la escalera del subte.

 

Me quedé un rato parado en la esquina sin saber qué hacer. Todavía estaba muy nervioso y no tenía ganas de ir a acostarme. Sentí nuevamente la desagradable sensación de una insistente mirada en la nuca.

Me di vuelta y ¡Ahí estaban esos dos otra vez! ¡Me habían estado siguiendo!

Estaba desesperado y completamente fuera de mí, pero esta vez iba a llevar las cosas hasta las últimas consecuencias. Me dirigí con paso firme a la cortada Rauch, sabiendo que el negro y su amigo me iban a seguir. Estaba decidido a pelear hasta morir, aunque sentía miedo como nunca antes lo había sentido. Llegué hasta la mitad de la cortada y me quedé ahí esperando, apoyado contra un auto estacionado. El corazón me galopaba y estaba tremendamente nervioso.

No tardaron en aparecer por la esquina los dos tipos. Venían caminando muy lentamente y estaban como a cincuenta metros, pero ya sentía muy nítidamente la mirada del negro clavada en mis ojos.

Me paré de frente a ellos con las manos en jarra tratando de parecer seguro de mí mismo, pero no lo estaba. Mi orgullo me impedía salir corriendo hacia Corrientes y tomar el primer colectivo o taxi que apareciera. Sin embargo, sentí que cualquier intento de escapar seria vano, el negro parecía decirme con su mirada – Te voy a seguir a todos lados.

Llegaron hasta donde estaba yo y el negro se plantó adelante mío con su insistente mirada. El otro se quedó unos metros atrás echando sus clásicas miraditas.

-          ¿Qué querés, pregunté, tratando de rugir, pero mi voz era más parecida a un ruego?

Ninguno contestó. Simplemente me miraban.

Estaba indignadísimo y tenía que hacer algo así que escupí al negro en la cara.

Lo que siguió fue terrible y me es muy difícil describirlo. Apliqué todos los artificios que conocía de mi larga carrera como guardaespaldas, pero el negro también parecía ser un experto. Recuerdo que mientras él me deshacía a golpes, logré aplicarle un puñetazo en la nariz y una patada en los testículos, pero el negro parecía no sentir nada. El otro corría alrededor y se limitaba de vez en cuando a aplicarme alguna piña. Me corría sangre por todo el cuerpo y lo último que escuché antes de desmayarme fue la sirena de la policía.

 

Mis conexiones con la presidencia me permitieron salir de la cárcel a las pocas horas. Todavía estaba dolorido y un poco atontado, pero al salir y ver al negro entre rejas sentí un profundo placer.

-          Hacete el vivo ahora, infeliz, le espeté con una sonrisa socarrona.

 

Sin embargo, y a pesar de la aparente ventaja que yo tenía ahora sobre él, sentí que su mirada (permanentemente clavada sobre mi) me derretía. ¿Qué extraño poder tenía ese hombre sobre mí? Era algo que no podía entender.

Durante los días que siguieron no pude concentrarme en mi trabajo ni por un momento. Vivía nervioso, agitado, y no pasaba noche sin que me despertara sobresaltado a la madrugada, en medio de una pesadilla. A pesar de que desde aquel día no había tenido noticias del negro, esos ojos me perseguían hasta en sueños. Casi no dormía y no comía, y pronto esto se vio reflejado en mi salud y en mi aspecto. Profundas arrugas y ojeras surcaban mi rostro y me hacían parecer diez años más viejo. En el trabajo era cada vez más ineficiente y siempre que escuchaba la voz del jefe diciendo - ¡Muévase, Aguado!, odiaba el ser guardaespaldas un poco más. No veía la hora de que llegara nuevamente mi día de franco para poder reflexionar sobre lo que me estaba pasando.

Finalmente llego el sábado en que pude alejarme de todo aquel infierno. Decidí ir directamente a mi casa y acostarme. En unos pocos minutos caí en un profundo sueño.

El teléfono me despertó a las tres de la mañana. Me levanté maldiciendo y atendí. Era el jefe. Me decía que me presentara inmediatamente en la Casa Rosada. Tenía que reunir a todo el cuerpo de guardaespaldas y, según él, no podía hablar de los motivos por teléfono.

Hacía unos pocos minutos que había llegado a nuestro lugar de reunión cuando desde afuera se escuchó un infernal griterío y algunos disparos. Se trataba de lo que muchos de nosotros veníamos sospechando desde algún tiempo: un golpe de estado.

Las acciones fueron tan rápidas que no pudimos oponer ninguna resistencia. Un grupo de sujetos armados nos sacaron del lugar y nos introdujeron en un camión celular. Mientras salía alcancé a ver en un auto al cuerpo de guardaespaldas del nuevo presidente. Entre esos tipos había uno que se destacaba por su cuerpo enorme y su tez morena. Su mirada no se desvió de mí ni un segundo y la sentí muy claramente incluso después de que el celular se alejó algunas cuadras.

Bajé la cabeza resignado, incapaz de enfrentarme a aquel hombre. Algo adentro mío me decía que esos ojos me iban a seguir atormentando por el resto de mi vida.