Donde yo vivo, no hay agua corriente. La casilla es muy pequeña, y por eso,
tenemos una especie de bañera o piletón de material, en el patio que da a la
calle. Es muy singular, ya que casi nadie en los alrededores tiene algo así. Los
días que decidimos darnos un baño, desde temprano empezamos a calentar ollas en
la cocina y llenamos la bañera.
El proceso es largo, ya que en casa somos muchos, mi señora y yo tenemos
cinco hijos, después tenemos a mi cuñada, con un nene chiquito, mi hermano, mis
dos padres y la madre de mi señora, o sea en total 13 personas.
Decidimos que primero se bañen los niños, después las mujeres, y por último
los tres hombres, mi papá, mi hermano y yo, que cuando volvemos de hacer
changas somos los que estamos más sucios.
En la casilla de al lado, la cosa es peor. Son 28, y no tienen lugar para
una bañera. Son buena gente, por eso, los días indicados, los dejamos compartir
bañera. Eso sí, tienen que colaborar con el gasto de gas, ya que, en los meses
flojos de changas, se hace difícil comprar la garrafa.
Bueno, el asunto no es mejor para el resto de las 39 casillas que componen
la manzana. Según los funcionarios
municipales que realizaron un censo el año pasado, en total somos unas 1.500
personas, aunque dijeron que no estaban muy seguros del número exacto, ya que
el trabajo en este tipo de lugares les resulta difícil.
Nos solidarizamos con ellos, no son raros los días en los que por nuestro
piletón pasan más de 1.300 personas. Ahí estoy de acuerdo con los censistas, en
que es muy difícil contarlos a todos.
Saliendo de la manzana, y considerando el barrio entero, los números
imprecisos del censo nos hablan de 138.000 personas, todas con las mismas
dificultades. Y adivinen a donde se vienen a bañar.
La localidad entera cuenta con unos 3 millones de personas, con los mismos
problemas de agua corriente. Cada una de ellas pasaron alguna vez por nuestra
bañera. Y si consideramos todas las localidades vecinas, hablamos de 47
millones de personas, todas con problemas para bañarse, y eso es solo de este
lado del arroyo, que por supuesto está seco. Del otro lado del arroyo hay otro mundo de gente. Los días de baño (que
muchas veces se prolongan hasta el siguiente), se los ve cruzando el arroyo a
pie, y ya estamos hablando de que nuestro piletón es compartido con unos 100
millones de personas. Nosotros, como ya dije, somos solidarios, pero se
entiende las dificultades que todo esto nos trae.
En la dirección contraria al arroyo, está la vía del ferrocarril, que es
una vía muerta, y a continuación un paredón. Detrás de ese paredón, hay un
barrio cerrado habitado por 5.367 personas. Acá si, los censistas pudieron
trabajar con precisión. Ellos sí, tienen agua corriente. Lo sé, porque con mi
hermano nos tocó hacer allí alguna changa.
Dicen que no pagan impuestos, y que, si los pagaran, con lo recaudado se
podría hacer de este lado las obras completas de toma de agua, reserva, potabilización,
y tendido de redes domiciliarias.
Eso es lo que dicen, yo no sé si esto es así o no. En todo caso por ahora
mi preocupación es levantarme bien tempranito para empezar a llenar un piletón
para 100 millones.
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