lunes, 13 de mayo de 2019

CUATRO AMIGOS DEL ALMA (CUENTO)


Nos encontramos, como todos los primeros viernes de cada mes desde hace más de veinte años, en el mismo bar y a la misma hora, Álvaro, José, Enrique y yo, amigos de toda la vida.
Tras intercambiar los saludos de rigor y ordenar al mozo las bebidas, cada uno se dispuso a relatar sus experiencias del mes transcurrido desde nuestro último encuentro.
Abrió el fuego Enrique, eufórico tras el regreso de su último viaje a Europa con toda su familia, quien nos deleitó con un detallado relato de los lugares que visitó, los paseos, las excursiones, los museos, los hoteles, etc. . En uno de los momentos culminantes de su exposición explicó cómo había conseguido un veinte por ciento de descuento en los pasajes al operar con una agencia mayorista de turismo (una de las más prestigiosas) que recomendó efusivamente.
-          Cualquier cosa hablen con Ignacio, díganle que llaman de parte mía – nos dijo.
Le agradecimos el consejo y lo felicitamos calurosamente por el viaje. Para el final, Enrique dejó el postre: su nueva corbata de seda italiana de trescientos cincuenta dólares:
-          La tuve que tarjetear pero valió la pena – comentó feliz.
A continuación le tocó el turno a José, brillante financista, quien nos informó, en su habitual estilo ameno y mordaz, de sus últimas operaciones bursátiles, y de cómo comprando y vendiendo acciones en el momento preciso pudo hacer una diferencia de cincuenta mil dólares en el término de diez días. Sus palabras, lógicamente, provocaron nuestra unánime aprobación y admiración.
-          ¡Che!, la próxima vez tiranos el dato – bromeó Enrique.
Llegó la hora para que se explayara Álvaro, y lo hizo en forma contundente sorprendiéndonos con una gran noticia: su nuevo cero kilómetro importado.  Tras recibir nuestras más sinceras felicitaciones, la conversación continuó girando alrededor del tema autos, y pudimos asistir a un brillante debate entre Álvaro y José,  dónde ambos rivalizaban en conocimientos de motores y marcas internacionales.
Finalmente, la atención se centró en mis recientes actividades, y les ofrecí a mis amigos detalles acerca de mi última adquisición: una casa de fin de semana en un importante club de campo. No quisiera abundar aquí en más detalles, soy muy parco a la hora de hablar de mis logros.
Llegado el momento de retirarnos a nuestros hogares, nos saludamos con un cordial apretón de manos, no sin antes acordar nuestra cita del mes próximo, en el mismo bar y a la misma hora, como lo hacemos todos los primeros viernes de cada mes desde hace más de veinte años, para reafirmar los lazos de amistad y fraternidad que siempre nos unieron.



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