lunes, 14 de septiembre de 2020

ASCENSO Y CAÍDA DE J.J. RABAGLIATTI (CUENTO)

J.J. Rabagliatti parecía estúpido. Nadie en el pueblo hubiera apostado a favor de su capacidad mental. Era tímido y apocado, y su imagen poco agraciada, con sus grandes anteojos, su nariz puntiaguda y su pelo enrulado, parecían confirmar lo que la gente decía de él.

Por eso sorprendió mucho cuando J.J. Rabagliatti se anotó en el concurso “Multiplicadores Mentales de Cuatro Cifras”. El concurso se llevaba a cabo todos los años, y consistía en lo siguiente: los participantes se presentaban frente a un jurado que les iba preguntando uno a uno, una multiplicación de dos números de cuatro cifras, que los concursantes debían resolver en unos pocos segundos mentalmente. Quien no resolvía la operación, o tardaba más que el tiempo estipulado, era eliminado, y así sucesivamente hasta consagrar un ganador.

Todos creían que semejante rapidez mental le estaba totalmente vedada a un pobre diablo como J.J. Rabagliatti. Si le sumamos a esto el hecho de que los otros participantes eran profesores de matemática, física, profesionales y gente prominente del pueblo, era lógico suponer que nadie daría un mango por J.J. Rabagliatti.

Sin embargo, y ante la sorpresa de todos, J.J. Rabagliatti pasó todas las pruebas preliminares y llego a la gran final, que tenía lugar aquella noche en el salón de actos del colegio del pueblo. J.J. Rabagliatti había dejado a todos con la boca abierta por la rapidez y seguridad con que respondía a todas las preguntas y ahora la gente lo empezaba a mirar con cierto respeto.

Esa noche era una noche especial. Todo el pueblo estaba reunido allí para ver competir en rapidez mental a sus hombres y mujeres más inteligentes…y a J.J. Rabagliatti.

Las multiplicaciones que el jurado había preparado para aquella noche eran particularmente difíciles, pero J.J. Rabagliatti contestó siempre con una rapidez pasmosa asombrando a la concurrencia.

Poco a poco fueron quedando eliminados todos los concursantes menos dos: J.J. Rabagliatti y Romualdo Linares, un ingeniero electrónico al que apodaban “el genio”, reconocido por todos por su brillantez y con el cual, se decía, J.J. Rabagliatti no podía competir de ninguna manera.

El final fue apoteótico y merece detallarse:

Jurado (a Romualdo Linares):- ¿Cuánto es 4.294 por 2.567?

Romualdo Linares (después de unos segundos):- 11.022.698

Un aplauso y una ovación acompaño la respuesta del gran favorito.

Jurado (A J.J. Rabagliatti):- ¿Cuánto es 3.972 por 9.814?

J.J. Rabagliatti (sin dudar): - 38.981.208

La sala enmudeció. No era posible que J.J. Rabagliatti pudiera hacer gala de semejante lucidez mental. Algunos tímidos aplausos y voces de reconocimiento se empezaron a escuchar a favor de J.J. Rabagliatti.

Jurado (a Romualdo Linares):-¿Cuánto es 6.094 por 3.799?

Romualdo Linares pensó y pensó, pero por más que se concentraba su mente estaba agotada después de la maratón matemática que había resultado aquella jornada.

Los segundos pasaban y la tensión en la sala iba in crescendo. Llegando al límite del tiempo reglamentario Romualdo Linares casi gritó:

- 23.762.106

Jurado: - No señor, lo siento muchísimo. La respuesta correcta es 23.151.106

El ídolo de los seguidores del concurso “Multiplicadores Mentales de Cuatro Cifras” había caído. Ahora la tensión había llegado a su punto más alto. Si J.J. Rabagliatti contestaba bien la próxima pregunta se convertía automáticamente en el ganador del concurso.

Jurado:- ¿Cuánto es 9.876 por 2.524?

J.J. Rabagliatti (al instante): - 24.927.024

Jurado: - CORRECTO!

Todo el público estalló en un prolongado y fuerte aplauso. J.J. Rabagliatti había adquirido un nuevo status, ya no iba a ser despreciado y subestimado, se había convertido en la eminencia del pueblo.

Tras los aplausos el jurado procedió a la coronación del nuevo campeón. El premio, aparte de una medalla, consistía en la recaudación de aquella noche: una buena cantidad de pesos.

El contador del jurado estaba terminando de hacer el recuento de lo recaudado. Eran 500 personas que habían pagado 10 pesos de entrada cada una. Para hacer una broma y quebrar el clima denso que se había creado el contador le pregunto a J.J. Rabagliatti:

- Che, “Raba”, ¿Cuánto es 500 por 10?

El chiste fue festejado por todos. Por todos menos por J.J. Rabagliatti, que enmudeció.

El contador advirtió algo raro en su expresión e insistió con la pregunta, ahora algo más serio.

- ¿Cuánto es 500 por 10?

 J.J. Rabagliatti empalideció. El contador, el jurado, Romualdo Linares, y las 500 personas allí presentes lo miraban fijamente preguntándose qué era lo que estaba sucediendo.

El contador volvió a preguntar, esta vez perdiendo la paciencia.

- ¿Cuánto es 500 por 10?

J.J. Rabagliatti retrocedió tropezando con varias sillas, con cara de terror. Finalmente encontró la escalerilla del escenario, bajo de él y salió corriendo despavorido. Nunca más en el pueblo se volvió a escuchar alguna noticia de él, desapareció de todos los lugares que solía frecuentar.

J.J. Rabagliatti era estúpido. Pero tenía una memoria infalible.




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